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Declaración de FE

Como enseñan nuestros documentos fundacionales, El Sembrador es una Revista digital enfocada a ayudar a pastores y líderes de  iglesias evangélicas profundamente comprometidas con la renovación de nuestra fe en el evangelio de Cristo y la reforma de nuestras prácticas de ministerio para conformarlas plenamente a las Escrituras. Buscamos realizar esfuerzos junto a otras personas que tienen la convicción de que la misericordia de Dios en Cristo Jesús es nuestra única esperanza de salvación eterna. Deseamos defender este evangelio de manera clara, con compasión, coraje y gozo, uniendo alegremente corazones con hermanos creyentes de diferentes denominaciones, etnias, y clases.

 

  Entre nuestros distintivos doctrinales, nosotros afirmamos:
 
  1. La realidad de un Dios Trino, creador y sustentador del universo, revelado de manera particular a su Creación en la faz de Jesucristo a través de las Escrituras.

  2. La creación de una humanidad creada a imagen de Dios, que a través de la caída de Adán distorsionó y corrompió esa imagen en todas sus facultades.

  3. Que desde toda la eternidad pasada, Dios determinó en su gracia salvar a una gran multitud mediante la fe depositada en Cristo Jesús.

  4. Que la salvación no se encuentra en ningún otro fuera de Cristo Jesús, por cuanto no hay otro nombre bajo cielo por medio del cual podamos ser salvos.

  5. Que Cristo, a través de su obediencia y muerte, canceló completamente la deuda de todos aquellos que fueron justificados en la cruz, de una vez y para siempre.

  6. Que los 66 libros de las Sagradas Escrituras son los únicos inspirados por Dios, y que allí se revela todo lo que el hombre de Dios necesita en asuntos de fe y práctica.

  7. Que Cristo Jesús es la cabeza de la iglesia, siendo Él mismo su piedra angular.

 
         Debido a estas afirmaciones, nosotros negamos:
 
  1. La posibilidad de algún dios fuera del Dios de las Escrituras, y que ningún otro ser creado puede ser venerado o servir de intercesor, en teoría o en la práctica.

  2. Que en el hombre haya quedado una inclinación natural a hacer el bien, para someterse a la voluntad de Dios o aun para desear a Dios.

  3. Que el hombre colabore o contribuya con sus obras de alguna manera a su salvación.

  4. Que aquellos que han sido justificados por la fe en Cristo Jesús tengan necesidad de hacer expiación de alguna manera por su pecado, en esta vida o en la eternidad.

  5. Que haya otro co-redentor o mediador para la salvación de los hombres fuera de o junto a la persona de Cristo Jesús.

  6. Que haya alguna autoridad máxima o similar a aquella que da la Escritura, y que haya algún otro libro inspirado por Dios fuera de aquellos 66 reconocidos por la Iglesia a lo largo de su historia.

  7. Que algún hombre pueda, en teoría o práctica, considerarse como cabeza de la iglesia de Cristo Jesús.

El esfuerzo de esta Revista digital, es de buscar unir a iglesias en torno a estas y otras de las verdades reveladas por la Palabra de Dios y el evangelio. Esta unión es una en torno a la verdad, no a expensas dela verdad. Por tal razón, nosotros condenamos el movimiento ecuménico que procura una unión a expensas de las verdades claramente reveladas en las Escrituras. No es posible para los cristianos el tener unión real, en teoría o práctica, con aquellos que niegan las verdades cardinales de la fe cristiana.

Por tal razón, debido a que la Iglesia Romana no puede afirmar y negar lo que afirmamos anteriormente, nosotros no podemos considerar a tal denominación como una representación del cristianismo bíblico. Eso no significa que Dios, en su soberanía, no haya salvado personas dentro de ese movimiento, que eventualmente son iluminados a conocer la verdad del evangelio más cabalmente en el rostro de Cristo Jesús. Estas conversiones ocurren no por las enseñanzas de la Iglesia de Roma, sino a pesar de dichas enseñanzas. En muchas iglesias donde hoy se predica la sana doctrina de nuestro Señor, hay hermanos que pueden dar testimonio de esta realidad.

A lo largo de los años han surgido corrientes y tendencias que han amenazado la fe cristiana y los fundamentos de la sociedad en áreas consideradas como vitales tanto para los evangélicos como para los católicos. En esos casos, ambos grupos han estado dispuestos a oponerse a dichas corrientes, en ocasiones por separado, y en otros casos firmando documentos que defienden la dignidad de la vida o el concepto bíblico del matrimonio, como dos ilustraciones muy actuales. Esto no debe abrir la puerta para considerar que nuestros principios doctrinales como evangélicos sean similares a los de la iglesia de Roma hasta el punto de poder formar alianza con ellos. Una alianza de este tipo nunca será algo que apoyemos ni promovemos.

 

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